Los contertulios 316. Crónicas de la conquista

Conquista-de-Mexico

Una de las más interesantes historias de la conquista de México fue obra de un estadunidense del siglo XIX, William H Prescott, quien descendía de una prominente familia de origen inglés. Su abuelo paterno del mismo nombre, sirvió como coronel de los patriotas en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos con un destacado papel en la Batalla de Bunker Hill. Da la casualidad de que William H. Prescott, el cronista olvidado de la conquista de México, descendía por parte materna del capitán John Linzee, quien combatió en la misma batalla en el bando realista. Las espadas entrecruzadas de ambos soldados, que en su día adornaron la biblioteca del historiador, se encuentran hoy en la Sociedad Histórica de Massachusetts.

Por un accidente Prescott quedó prácticamente ciego. Su peculiar método de trabajo consistía en requerir la ayuda de un secretario que le leía leyera en voz alta; gracias a su excelente memoria sonora (podía recordar hasta sesenta páginas leídas al pie de la letra), pudo redactar sus primeros trabajos. Empezó a apasionarse por la hispanística en virtud a la amistad que empezó a cultivar con el profesor de Harvard e hispanista George Ticknor, quien más tarde sería su biógrafo (The life of William Hikcling Prescott, Boston, 1864, revisada en 1875), y decidió especializarse en la historia de España e Hispanoamérica. Asimismo se hizo amigo del hispanista y bibliógrafo Obadiah Rich (1783-1850). Su primera obra fue la The History of the Reign of Ferdinand and Isabella, the Catholic (1837), que alcanzó un éxito inmediato.

Escribió asimismo diversos estudios críticos e históricos mientras se documentaba para escribir su obra más importante, la Historia de la conquista de México (1843) con ayuda del arabista español Pascual de Gayangos y Arce. Su éxito internacional le granjeó un gran prestigio y le animó a emprender también Historia de la conquista del Perú (1847). Aunque su vista iba debilitándose a causa de los esfuerzos a que la sometía, no cesó sus trabajos, sufrió una apoplejía en 1858 y murió al año siguiente, dejando inacabada su Historia de Felipe II. Todas estas obras fueron traducidas a numerosas lenguas y le ganaron el aprecio de los mayores espíritus de su época. Por más que los trabajos de Prescott aparezcan hoy como superados, su obra sobrevive gracias a su aliento narrativo, su imparcialidad y rigor documental y el vigor y plasticidad de su excelente estilo, y se considera por ello uno de los mejores historiadores estadunidenses y el primero en ser valorado como tal a la otra orilla del Atlántico.

[audio:http://www.1060am.net/audios/podcast/contertulios/contertulios316.mp3]

Mario Méndez Acosta

03/abril/2013

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